Te soñé mil veces, querida Barcelona. Muchas más de las que puedas imaginar. Te esperé ansiosa. Te investigué todo lo que pude. Te conocà mucho antes de que tu me conocieras. Hasta que, un dÃa de septiembre, nos encontramos.
Lo pude ver todo. Lo tuve todo para mÃ. Tardes enteras de caminatas con la mirada arriba. La cabeza en alto para descubrir algo nuevo. Y el lápiz en mano para llevarme siempre algún recuerdo en trazos.
Lo que nunca me imaginé era que conocerte asà me iba a enamorar mucho más de ti. Caminar por la calle sin cruzar miradas con tantas personas, me permitió cruzar miradas con toda tu historia. Tu arquitectura en su faceta más pura. Tu arte, tu naturaleza, tu modernidad.
Si te digo que resultaste ser tal como te pensé, te miento. Te encontré con calles más vacÃas y un turismo menos intenso. Te encontré luchando y sobreviviendo a algo más fuerte que todos nosotros. Te descubrà fuerte, unida, resiliente.
Asà que, querida Barcelona: gracias. Seguime sorprendiendo, y llenándome de motivos para volver una y otra vez.